Hoy vuelve, torpe, niña, ridícula, a mi vida la poesía. Hoy me atrevo a escribir estos versos desiertos de talento, pero repletos de vida:
Me abres la brecha del corazón
con solo una mirada.
Tus palabras corteses,
como una espada,
mis propósitos de alejarte
se rompen y quiebran
ante tu educado modo
de hacerme sentirte lejos y cerca.
Y el frío que me atenaza
cuatro días por semana
y me convence
con certezas razonables.
Ese frío,
lo caldeas, lo extingues
con tan sólo un par de palabras.
Y consigues doblar mi voluntad
y arañar mis endurecidas entrañas
y hacerme mostrar quien no soy,
quien no quiero,
por el miedo a no ser quien no puedo.