Alma en Cueros

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De coincidencias y casualidades

Posted by almaencueros en 3 enero 2009

interrogacion2No creo demasiado en las casualidades. Quizá sea mi espíritu racional que pretende encontrarle a todo un por qué. No creo que las cosas sucedan porque sí. Diré que no creo en las casualidades y sí en las causalidades. Quiero decir, reconociendo mi influjo aristotélico, que de todo y para todo hay alguna causa. En terminología peripatética diré que creo firmemente en que cada cosa tiene su causa material, su causa formal, su causa eficiente y su causa final, o lo que es lo mismo en mi particular versión hilemórfica; todo tiene su qué, su cómo, su quién y su para qué. (Menudo peñazo introductorio. Disculpad mis pacientes lectores mis ramalazos innecesariamente eruditos, pero aun no he aprendido a luchar contra mi tentación de originalidad permanente.)

Las cosas podría ser que sucedieran porque sí, pero entonces, ¿por qué nos preguntamos constantemente el por qué de las mismas? Creo que los seres humanos tenemos una necesidad ontológica de entenderlo todo. De hecho, cuando hay alguna cuestión que no entendemos siempre nos asusta o nos pone en alerta. Tenemos miedo al caos, a que no haya razones racionales subyacentes a los sucesos diarios. Y yo, aunque me hice el firme propósito de pensar menos y sentir más, no puedo sustraerme a la naturaleza curiosa de mi esencia.

Como ya hace algún tiempo indiqué, andando con el alma en cueros me van sucediendo cosas anormales o inhabituales. Mi horizonte existencial se amplia enormemente, los acontecimientos extraños se convierten en ordinarios, las coincidencias y casualidades se multiplican ilógicamente. No entiendo casi nada de lo que me sucede. Mi nuevo ropaje de piel desnuda no se acostumbra aún a verse tatuado con la realidad inexplicable. Las coincidencias y casualidades parecen eso, coincidencias y casualidades. Pero el ente racional-estupefacto que soy requiere entender las casualidades como causalidades. No sé, quizá deba despertar nuevamente mis sentidos y zarandear un poco mi aletargado corazón para estar alerta a lo inusual que viene convirtiéndose en habitual. O quizá deba pensar que no saber planchar y cortarse el pelo para empezar el año a lo mejor no es tan raro.

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