Definitivamente, la lluvia y yo tenemos un pacto. Es mi mejor aliada, la compañera de mis arranques de valor y locura, el escenario en que se desarrolla lo más hermoso de mi vida. ¡Bendita lluvia!
Hoy podría decir que soy un poco más feliz que ayer, pero estaría mintiendo. No soy sólo un poco más feliz que ayer, soy mucho más feliz que ayer. Y definitivamente he de salir de compras porque hay algunas cosas imprescindibles que necesito. Lo primero y más esencial es pintura azul como para pintar entera la muralla china, para no desteñir jamás ni lo más mínimo. Necesito también un baúl con doble fondo y un par de candados para encerrar en él mis miedos y complejos. Necesito un millón de camisas blancas para un millón de noches. Necesito una luna fosforescente. Necesito un diccionario de sinónimos edición de bolsillo. Necesito una aguja afilada para pincharme de vez en cuando y comprobar que es real. Necesito un disco duro con millones de gigas para no perder ni un solo recuerdo. Necesito un cesto de fe para creer que me pasa esto. Necesito un control de volumen para bajarle el volumen a mi razón de vez en cuando. Y necesito un container de sonrisas para regalarlas por doquier.
Y hoy, como siempre últimamente, es Arjona quien se me aparece en el camino. «Adiós melancolía». Quién tiene oídos para escuchar que escuche.