Un soneto me obligo a hacer a mí mismo.
Catorce versos me dijeron que es soneto;
catorce como mis semanas ante el abismo.
Sin empezar ya acabo el primer cuarteto.
Con presteza, pues, vamos a por el segundo.
Habré de decidir entonces de qué escribir,
mas no encuentro ningún tema profundo,
pero sin decidir al primer terceto me he de ir.
Y si siempre fui de dudas un mar
por qué me ha de extrañar
no decidir de qué hablar,
si estoy acabando sin empezar.
Próximo estoy a esta torpeza terminar
como siempre, como siempre, sin empezar.