En el recuento ordinario de semanas alcanzamos la 18, y debido a mis problemas (ya solucionados) con mi ordenador, le sumamos también un día. No diré que no hay nada nuevo que contar porque siempre lo digo y siempre me alargo.
Definitivamente mi travesía continua con viento en la popa y acompañado en mi viaje. No me pregunteis cómo pero he conseguido que alguien se subiera a mi barco. Ya no navego solo, ni fijo solo el rumbo. No he de leer solo mis cartas de navegación ni fiar mi próximo destino a mi sola comprensión de mis instrumentos de navegación.
Esta semana, además, intuí el peligro de traicionar mi aventura con el alma en cueros, y fui de nuevo valiente para seccionar la yugular del pequeño secreto que amenazaba con torcer mi aventura. Así que sigo con el alma en cueros, tanto o más feliz que la semana pasada, y casi pensando que ya no necesito este espacio.
Y sigo resfriado.